domingo, 15 de enero de 2012

Flores negras.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas


en que presa en mis brazos te adormecías,


mientras yo suspiraba por las auroras


de tus ojos, auroras que no eran mías.




Ellas son mis dolores, capullos hechos;


los intensos dolores que en mis entrañas


sepultan sus raíces, cual los helechos


en las húmedas grietas de las montañas.




Ellas son tus desdenes y tus reproches


ocultos en esta alma que ya no alegras;


son, por eso, tan negras como las noches


de los gélidos polos, mis flores negras.




Guarda, pues, este triste, débil manojo,


que te ofrezco de aquellas flores sombrías;


guárdalo, nada temas, es un despojo


del jardín de mis hondas melancolías.

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